Memoria, olvido y liberación

«Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes,
ese montón de espejos rotos».

Jorge Luis Borges,  Cambridge ,  Elogio de la sombra (1969)

Las reuniones, asambleas, marchas, movilizaciones y protestas del año 2017 constituyen un hito en la historia reciente del país. Un momento significativo y relevante por la gran cantidad de personas que participaron, el extraordinario despliegue de creatividad y la brutal represión gubernamental.  

El poder de la élite gubernamental pretende colonizar los recuerdos para resignificar nuestra memoria. Quiere sacar ventaja del olvido y transformar lo vivido en una mayor cuota de discrecionalidad y ejercicio arbitrario del poder. Miente sobre lo ocurrido y quiere sacar provecho de una comunicación fragmentada. El olvido contribuye a  desmovilizarnos, procura la resignación y la desesperanza.

La memoria es individual pero se alimenta de la interlocución en la esfera pública. La fragilidad y multiciplicidad de los recuerdos necesitan también catalizadores que nos ayuden a reconstruir nuestra propia mirada. Son esos espejos que encontramos en los ojos de los otros y que permiten reconocernos como sujetos de nuestra historia.

Las protestas del 2017, la rebeldía que recorría las calles, fue también una experiencia visual, sonora, poética, alegre, retadora y dolorosa. Se vivió corporalmente y también en el ámbito digital. Una experiencia transmedia y transgeneracional.

La ruptura de la cotidianidad persiste. Grita cada día cuando atropellan la dignidad de las personas. Es imposible rehuir de sus consecuencias. Cada minuto nos tropezamos con el poder que con sus omisiones deliberadas o su activa imposición, conspira contra el sentido común y la justicia.

La experiencia vivida anida en el  inconsciente colectivo. Esa memoria partida y por tanto endeble necesita fermentos para encontrar cauce en el presente. Esas levaduras están en el aire, muchas veces dominadas por el azar y otras veces por la voluntad de la sociedad.

Este es un ejercicio de persistencia, de terquedad por mantener una acción consciente frente al atropello. Es un esfuerzo para vencer la apatía. Procura dialogar y aprender de lo vivido. La memoria es también un acto de rebeldía individual y colectiva.

Este esfuerzo expositivo incluye la edición de un libro y un portal web, quiere contribuir a que la sociedad venezolana le gane al olvido. Propone una tarea que pasa por recuperar nuestros recuerdos, aprender de ellos, dialogar con otras personas y animar la acción común (liberadora).

Carlos Correa