Perfiles de protesta creativa y pacífica 2017

Caracas 2017. Protesta pacífica y creación colectiva

El señor del papagayo

Mucho menos conocido por su nombre, Rafael Araujo llega siempre de primero. Su protesta no inició el 1° de abril de 2017 ni tampoco su reconocimiento: ya en 2015 se le conocía por su ingenio para sintetizar y editorializar sobre su papagayo. “Animalitos: si sale El Burro ganamos todos” está entre las frases que popularizó durante las protestas de este año.

A cada aparición, decenas de fotografías de él y su pagayo se viralizaban, por lo que este artista dice no requerir redes sociales propias, aunque hay una página de Facebook que le abrieron unos amigos. “Confío en los demás, porque cada frase vuela por las redes más rápido que por los aires”, dice siempre ingenioso. Cuando sus mensajes son serios, obtiene menos fotografías y personas que se volteen a verlo, admite. “Cuando aplico el humor he logrado que hasta los guardias se rían”, concede quien tuvo que lidiar con el rechazo y el temor de su familia, amigos y vecinos cuando comenzó. En la calle lo señalaban, a gritos de loco.

Su primer diseño, siempre con letras blancas, sobre el mismo papagayo que sirve de lienzo reciclable, fue en una protesta convocada por Antonio Ledezma y el dirigente político Óscar Pérez en la avenida Libertador de Caracas hace doce años. No recuerda el lema de la convocatoria, pero sí la razón que lo impulsó a él: la imposibilidad de hacerse unos exámenes médicos.

Estudió Dibujo y Pintura en la Escuela de Artes “Cristóbal Rojas” sin egresar. Cerca de los 64 años, sólo cuenta tres papagayos destruidos y una detención, que fue breve pero pareció más larga porque no usa celular. Una cifra bajísima cuando hace años dejó de contar cuántos mensajes había diseñado pero que alcanzaban los 6 mil.

Rafael Araujo con uno de sus singulares diseños, Provea, Caracas, 2017.

La "abuela" de la defensoría

No tiene nietos, pero a Beatriz Cisneros se le conoció en las redes sociales y en las marchas de esta forma. Esto a pesar de la imperiosa necesidad de certificar identidades de heridos, asesinados y detenidos entre las multitudes sometidas a represión. Un video mostró cómo el 10 de abril alcanzó la sede de la Defensoría del Pueblo junto a un puñado de manifestantes mientras en la autopista había una batalla campal. “El 1° también llegué, y unos pocos más luego de minutos. A las 4 no habían llegado los diputados, así que quienes estábamos decidimos escribir un comunicado que un historiador y yo presentamos”. Dos funcionarios de la PNB sirvieron de enlace. “Buscamos papel reciclado y firmamos sobre un carrito de cepillados. Entramos ambos, luego le hicimos seguimiento a esa comunicación, y el 10 volvía a preguntar porque el Defensor aseguró que no había recibido nada”. Esa vez la pareja repitió la acción, ahora más formal. Obtuvieron firma y sello de recibido.

Más allá de la popularización de su imagen, gracia a un video viral, ella empezó a reunirse con el Laboratorio de Protesta Pacífica –que nació en la Librería Lugar Común de Altamira- y con jóvenes de la llamada “Resistencia” para evitar o reducir las acciones violentas, recuerda. Pero su lucha no es reciente. “Protesto desde el decreto 1.011 de 2001”, cuando el Ejecutivo daba los primeros pasos hacia la “nueva educación bolivariana”. Y desde 2009 conversa con los policías en los piquetes: “lo hago de forma pacífica, no violenta”. No siempre la respuesta ha sido igual. Recuerda que pocos días antes del asesinato de Neomar Lander, el 7 de junio, mostró a Caraota Digital los cartuchos de ocho lacrimógenas que le lanzaroncomo ella dice, “a mí solita”.

A la derecha Beatriz Cisneros, conocida como la abuela de la defensoría, Ana María Ramírez-Yanes, Caracas, 2017.

BusTV

Claudia Lizardo y Laura Castillo no se conocían, pero intercambiaban mensajes por Twitter. Ambas comunicadoras, con experiencia en la música y la docencia respectivamente, coincidían en la necesidad de una red que llenara la calle de información. Usar la comunicación entre pares de las redes sociales en una plataforma que se distribuyera fuera de Internet.

Parecían habitar un desierto, pero empezaron a conectar. Así que uniendo dirección creativa y el lenguaje periodístico, crearon un noticiero televisivo en forma y fondo, pero a través de un “aparato de cartón” que aborda autobuses. Usaban lo que los usuarios ya reconocían con vendedores y magos para acercarse, incluyendo al chófer. Sus emisiones abrían con noticias sobre la Vinotinto o transporte público, para construir empatía. “No representábamos ningún peligro, no tocábamos a nadie, hablábamos de política y economía, pero también de nutrición y servicio público”, con el fin de hacer periodismo útil.

Hicieron un casting el mismo primer día que se encontraron para “transmitir”. Fue un 27 de mayo, cuando se cumplía una década de la última transmisión de RCTV. Como sucedió con el primer café entre las fundadoras, notaron que se conocían todos por amigos en común. Cerraron con un “seguiremos informando”, como la coletilla de El Observador, que se pagó con aplausos y el convencimiento de hacer algo necesario.

La línea editorial no iba a la par de la agenda de protestas, pero daba un balance final con número de fallecidos por días. La interacción que brindaba el transporte le ganaba al televisivo: incluyeron a las víctimas de linchamiento y quemaduras.

Este noticiero, que paga pasaje cuando se lo reciben tiene nuevas rutas. Junto a estudiantes de Servicios Comunitarios de cuatro universidades crearán “rutas comunitarias” con reporteros vecinales, rodaron hasta el Taller de Emprendimiento Periodístico de la Fundación Nuevo Periodismo que se realizó en Lima y han tenido réplicas en siete ciudades, con jornadas de formación y redacción por Skype, con un manual de logística, lenguaje y seguridad.

Ahora están en mejoras. Dedicados a captar capital humano, buscar un espacio formal y resolver las tareas administrativas de haberse formalizado legalmente. Y de adaptación: preparan noticieros en paradas llenas de pasajeros.

Noticiero BusTV, Martha Viaña, Caracas, 2017.

Canta el pueblo

El 7 de mayo los músicos de orquestas y coros de El Sistema realizaron una marcha convocada además por artistas venezolanos. Alejandro Véliz, licenciado en Artes y actor, caminaba con una amiga por Chacao escuchándolos cuando se le ocurrió que siendo cantantes con experiencia en musicales de teatro, podrían emular algo similar. “Recuerdo que cuando terminábamos la obra Los Miserables, el público lloraba, trataban de seguir la canción pero no conocían la letra, lo que nos dio la idea”.

Así que decidieron interpretar sólo y únicamente “La canción del pueblo” en un flashmob. Organizarlo requirió el consabido grupo de Whatsapp que luego evolucionó a coordinadores de correo electrónico, partitura, música y redes sociales. Desde su primer ensayo, antes del debut en El Sambil de Chacao, recibieron aplausos de quienes se acercaban espontáneamente. Un mototaxista y una turista extranjera pidió grabarlos para aprenderse la letra. “Decidimos ir al a la feria de comida del centro comercial porque allí había gente tranquila, a metros de la represión. Era una forma de acercarlos a la protesta creativa”.

La recepción les hizo cambiar el plan. Después de huirle a la seguridad, se reagruparon a petición de los asistentes y cantaron pero en la plaza central. Fue el video que los viralizó. Nacieron reuniones formales para repetir la experiencia en otros espacios, incluyendo concentraciones en la calle, e incluso el intento de producir un video que no vio la luz, porque la edición final dio demasiado espacio a líderes políticos.

Sus voces han llegado lejos. “Aún la gente se sabe la letra”. Han cantado junto a Piloneras, han tenido réplicas autorizadas en San Cristóbal, Maracay, Valencia, Maracaibo, Barquisimeto y fuera del país, e incluso han apoyado jornadas de recolección de alimentos y medicinas, replicando en sus redes fotos de personas desaparecidas. “Después de las protestas todo se puso difícil, unos se fueron del país, otros volvieron a trabajar y otro de los líderes tuvo un hijo”.

Flashmob de Canta el pueblo, Provea, Caracas, 2017.

Piloneras

«No éramos un grupo de amigas que nos conocíamos de toda la vida, sino en común una que traía a otra. F ueron triángulos que se fueron consiguiendo” cuenta Claudia Rodríguez sobre un grupo de mujeres que el 6 de mayo arrancó con delantales, “corotos en mano” para hacer ruido y algunas incluso con muñecas, a recordar el canto de la faena de pilar maíz para hacer las arepas con letras que evocaban el acervo folclórico pero también mensajes de protesta.

Su inspiración, que nació del cansancio de solo marchar, provino del instinto maternal. De la preocupación por los jóvenes, por los presos políticos. «Nos inspiramos en lo femenino y no en el feminismo. No es lucha contra el patriarcado, sino la afectividad maternal, amorosa”. Y esa afectividad es la energía movilizadora, que las hace decidir si van al Metro, a una concentración o una comunidad en específico. La decisión es de puro corazón, minutos antes.

Las Piloneras son diversidad. Algunas vienen del teatro y la música, otras poseen más formación sociopolítica y tienen quienes nunca han cantado pero apoyan con letras y logística. Ha habido las de un día y las que no se fueron más. “Pasamos de lo puramente espontáneo a la organización, a superar desacuerdos, a concertar, así que nos dividimos en fundadoras y quienes se adhirieron después para las comisiones de trabajo”. Ejercitan la democracia como proceso y modo de acción: en asambleas, de forma horizontal y colectiva, sin recriminar las ausencias, aunque admite que “cuando bajó la presión, aparecieron la excusas”. Son un espacio de participación de voluntariado, sin ser una ONG.

Lo colectivo para conformar las letras también ha sido para escuchar: críticas ácidas y burlas, pero también mucho cariño, apoyo y adhesiones. «Hemos visto y escuchado a funcionarios del gobierno que pasaron de Viva Chávez a unirse a la letra, y admitir que así no se puede pelear». Sus melodías lograron bajar escudos antimotines.

Con su manual hecho, han apoyado a réplicas, la mayoría espontáneas. Envían una pilonera cuando les piden apoyo, pero admiten que solo dura unas horas aunque las incitan a usar acontecer local para hacer letras propias. “No se ponen el delantal, no se convierten en piloneras como estado del ser”. Se quedaron con ganas de hacer aguinaldos, pero seguirán pilando, convencidas del papel importante de la sociedad civil organizada en el concierto nacional.

Protesta al ritmo del canto de faena, Ana María Ramírez, Caracas, 2017.

Billete Alzao

Una pancarta con 3 mil billetes de dos bolívares del nuevo cono monetario introducido en 2008 apareció a mediados de junio en la redoma de Petare como protesta creativa para denunciar la inflación y la pérdida del poder adquisitivo. Sus organizadores, que prefieren seguir en anonimato, se unían a otros grupos para presentar una protesta que también colgó billetes de árboles, los lanzó como lluvia e incluso los usó para difundir mensajes: “El billete era el volante más barato en comparación con una copia”.

Aunque no tuvo réplicas fuera de Caracas, el grupo que inició con diseñadores, politólogos y estudiantes, para irse ampliando cada semana, piensa que la oportunidad de expandirse sigue latente: “seguimos en dictadura, así que esto tiene oportunidad de expandirse”. Otra particularidad quedó plasmada, no conocieron críticas negativas aunque sí mutaron motu proprio: “cambiamos a pancartas de tamaño personal para llegar a lugares de espacio y movilidad reducida como mercados con la premisa de no trancar el paso”.

También hicieron un mural con billetes de 5 con el mensaje “Fraude Constituyente”. Usar el billete como soporte le daba amplias libertades así como un mayor impacto a cada mensaje: “ahora que las protestas bajaron, nos dimos cuenta en el Laboratorio de Protesta Pacífica que cada organización tenía un punto fuerte, así que al trabajar en conjunto podemos sumar contenidos y personas a estas iniciativas, así que al concertar de forma clandestina y aparecer de forma sorpresiva le da un inmenso impacto a cada manifestación, como sucedía en los tiempos más álgidos”.

Con una hiperinflación desde octubre, dicen estar totalmente listos para actuar en cualquier momento. Sobran billetes y también creativos que se han quedado en el país.

Una pancarta que cuesta mucho y vale poco, Ana María Ramírez, Caracas, 2017.

Servicio de Información Pública

Desde los ochenta Joselo hacía advertencias sobre la “rumorología”, una pseudociencia que parece haber nacido entre vecinos con incontinencia verbal y presuntos familiares de amigos de conocidos en todos lados pero que llegó a la arena política, con una preocupación mundial por las noticias falsas como nuevo mecanismo de influencia electoral.

En Venezuela, elementos como la censura, el cierre de medios y la propaganda oficial hizo explosiva la cantidad de noticias falsas, inventadas, descontextualizadas, viejas o equivocados que se empezaron a rodar por las distintas redes, con las cadenas del BBMessenger y su heredero en Whatsapp como nueva cara de un viejo mal.

En 2017, cuando las protestas impulsaron una mayor necesidad de veracidad a la desinformación empujada de forma voluntaria o perversa, especialmente desde de los sucesos del 20 de abril con decenas de fallecidos en El Valle en medio de protestas, saqueos y tras represión en una marcha a la Defensoría del Pueblo, un grupo de periodistas crearon una redacción virtual que mediante “notas de voz” pudiesen brindar la calma de la información oportuna y real por medio de un noticiero digital con formato radial. Así, Yaya Andueza y Ana María Oxford, con experiencia en producción, se unieron a un grupo formado por Víctor Amaya, Odell López, Clavel Rangel, Gabriel Bastidas y Aymara Lorenzo, entre otros, produjeron el Sistema de Información Pública, que recibió el apoyo del Instituto de Investigación en la Comunicación de la UCV (ININCO).

Un apoyo inmenso, masivo y extendido recibió la iniciativa, desde los cajeros y secretarias que a diario se encontraba Andueza hasta una venezolana dueña de un negocio en Colombia que la felicitó por teléfono mientras se buscaba información para un reportaje. Incluso agradecimientos de emprendedores que les enviaron obsequios a cada uno de los involucrados, vecinos que ayudaron con almuerzos y familiares que comprendieron la dedicación aparte de sus ya apretados horarios laborares. El Servicio “bajó” el 1° de septiembre cuando consideraron que los portales ya cubrían el nicho, pero volvieron durante las elecciones regionales y municipales, así como la ola de protestas decembrinas por el CLAP navideño.

Y más que haber cambiado, creen que hay que estar listo para lo que viene: más protestas por la crisis económica y social, así como prepararse para las amenazas a la libertad de expresión nacidas a partir de la Ley del Odio.

Equipo del Servicio de Información Pública, Caracas, 2017.

Dale letra

Un alfabeto móvil como dispositivo para empuñar campañas con contenido es la manifestación visible de un grupo de amigos que se reunieron en Caracas para formar lo que llaman un movimiento ciudadano, civil, plural e independiente que reivindicara los mecanismos de participación ciudadana. “Surgimos en un contexto sociopolítico en el que la palabra ha sido secuestrada a través del control de los medios de comunicación y la censura por parte del gobierno” cuentan sus voceras, la arquitecta Mariela Ramírez y la psicóloga social María Teresa Urreiztieta. La intención era alejarse de los mensajes que dividen, la lógica de confrontar y el ambiente polarizado del país, por medio del ejercicio de la responsabilidad que compartimos en defender el hilo constitucional y la vida democrática en el país.

Mediante asambleas presenciales y digitales, el derecho al voto de los participantes y la creación colectiva, Dale Letra creó sus mensajes que fueron desplegados por voluntarios en cuadros de cartón blanco que contenían una letra cada uno, elaborados con materiales de reciclaje y de forma artesanal, mejorados luego gracias a las donaciones. “Dialogando, reflexionando juntos, construimos una inteligencia colectiva, rica en pluralidad y capaz de ampliar la mirada de cada uno de nosotros sobre los problemas y desafíos con los que nos enfrentamos”.

A diferencia de otras iniciativas, sufrieron varias acciones represivas. Los atacaron con lacrimógenas en la Avenida Victoria y fueron desalojados junto a líderes comunitarios de un centro comercial y de la Línea 1 del Metro por la PNB en julio. También han sido el grupo, que mediante esa construcción colectiva, ha conseguido más sostenibilidad tras la reducción de protestas pero también mayor vigilancia de parte de los cuerpos de seguridad. Así conformaron la Alianza por la Protesta Pacífica, en la que conformaron una red de redes con otras organizaciones y voceros vecinales, que el 30 de agosto involucró a más de mil personas con 185 carteles por las personas que perdieron la vida en protestas desde 2014 y 590 carteles por la misma cantidad de presos políticos. Así mismo, el 16 de octubre extendieron su labor, que es de apoyo y trabajo conjunto,  a las ONG, gremios, personalidades y gremios con un ciclo de actividades a favor del canal humanitario mientras el 7 de diciembre, junto a todas las organizaciones hermanas hicieron foros a favor del voto como expresión ciudadana.

“Nuestro alfabeto es también alegoría de la sociedad que deseamos, en la que cada sujeto/letra es importante e indispensable en la construcción del discurso colectivo. Todos somos necesarios de la A a la Z”.

Protesta pacífica en Caracas, organización Dale Letra, 2017.

Poesía resistencia

Una preocupación nacida de Natalia Mingotti, Diajanira Hernández y Ricardo Ramírez de participar activamente en las protestas los llevó a preguntarse dónde estaban los poetas, si era posible articular acciones junto a ellos y cómo colaborar en la lucha por restituir la democracia. “Como la poesía es intrínsecamente contrapoder, hablamos con Rafael Castillo Zapata (Grupo Tráfico) para recibir asesoría”. Sin embargo, sus múltiples ocupaciones (de ella como gerente de la insigne Librería Lugar Común y madre) y las de sus amigos de hace 20 años los llevó a hacer pocas actividades, pero también a coordinarse con otros grupos como Dale Letra y Las Piloneras, para las que escribieron o consiguieron décimas.

Su cuenta de Twitter recordaba citas que conocían como ávidos lectores que se ajustaban al momento histórico del país. “Aun así el costo para la vida personal fue muy alto, y eso que te hablo desde un punto mucho menos visible que otros como Ángel Zambrano o Cheo Carvajal pero hubo semanas que no parábamos”. Entre los proyectos que quedan pendientes son unos fanzines, pero admite que al principio no se comprendía lo que deseaban hacer y chocaron incluso con algunos egos. “Tuvimos que explicar que esto no era promocionar un poemario, ni hacerse famoso ni recitar sino de llevar la poesía a la calle”.

Porque lo de ellos fueron sorpresivas actuaciones urbanas con textos contundentes y breves. Una vez en Plaza Altamira con la presencia del poeta Rafael Cadenas y el colectivo Dale Letra mostrando parte de sus versos. “Como todo somos docentes, sentíamos muy de cerca la muerte de los jóvenes, los sentías como tus muchachos y eso nos recordaba muchísima poesía que habíamos leído”.

PerfilesProtestas2017-10

Versos del poeta polaco Zbigniew Herbert, Poesía Resistencia, Caracas, 2017.

Ricardo Benaim (La Santa Barrera)

La experiencia de 2014 con Caracas Horizontal, que reunió a 400 artistas incluyendo a 70 abiertamente chavistas, le permitió a Ricardo Benaim en confiar que era posible encarnar la tolerancia. Cuando vio las distintas expresiones culturales y artísticas en las protestas, pensó que era posible hacer algo similar con la religión.

“Hicimos esos altares ecuménicos, que tenían sus reglas y sus formas. Un día sí y uno no, y luego dos veces por semana. Cruces de junio, como las de mayo, con las primeras 40 muertes y luego, cuando las tapamos con bandas de colores, que tuviese la carga de luminosidad, de la fe”, explica sobre esas monumentales instalaciones que unían a María Lionza con Buda, a las vírgenes católicas con símbolos hindúes y a José Gregorio Hernández junto a una Biblia, un rosario y una Constitución de tamaños gigantes, hechos de forma colectiva.

Claro que hubo críticas, porque a pesar del sincretismo venezolano, algunas personas no quisieron que imágenes católicas estuvieran con otras de santería. “Yo llevó una vez a San Sebastián por su simbolismo de lucha, pero una vez un señor llegó a leernos la Biblia”. La Santa Barrera aprovechó fechas litúrgicas como Corpus Christie y otras políticas como “La mamá de las marchas” para hacer cantos especiales. “El primer gran altar cubría la mitad de la autopista y el segundo aunque menos alto era más alto y rodaba”. Aclara que la experiencia fue muy exigente y emocional, “pero le dio brillo, coraje y emoción”.

La Santa Barrera diseñada por Ricardo Benaím, Cheo Carvajal, Caracas, 2017.

Tapiz Rubedo: sostenemos sus nombres Provea

Una cortina de tul rojo de 8 metros de largo por 1,42 de ancho es el soporte de un tapiz compuesto por más de 200 piezas. En la ciudad de Caracas, de manera colectiva se bordaron en rojo sobre rojo los nombres de los fallecidos en el contexto de las protestas del año 2017, sin distinción de procedencia política, como una labor piadosa de restauración. El tapiz, que está casi terminado, no ha sido exhibido públicamente sino en las ocasiones en las que sus promotoras se reúnen para seguir bordando en alguna plaza; pero la labor de creación de comunidad y acompañamiento mutuo ha seguido operando. Junto al tapiz físico, el deseo de las bordadoras es completar, en el espacio virtual, la publicación de cada retazo con un breve texto que indique quién fue esa persona en vida y quién bordó su nombre.

La elección del color rojo como hilo y soporte tiene varios significados. Se relaciona con la rubedo, etapa que según la alquimia es la última fase de la transformación de un metal en oro. Al mismo tiempo, evoca una leyenda sobre un hilo rojo que conecta las almas. La acción conjunta “Tapiz Rubedo: sostenemos sus nombres” se basa en la compasión, y está inspirada en un rito funerario wayuu (pueblo originario de la región Guajira), llamado segunda muerte, durante el cual las mujeres desentierran y limpian los huesos de sus muertos, preparándolos para volver a enterrarlos de forma definitiva. Según esta creencia, la tercera muerte sobreviene cuando los nombres de los fallecidos son olvidados, tal como lo plantea el largometraje Coco en el cine.

Según Elisabeth Balasso, artista y escritora con formación científica: “Bordamos los nombres para retrasar el olvido. Usar la compasión como brújula nos permitió atravesar el dolor y sentir que podíamos sostener cada nombre con piedad. Los testimonios espontáneos de las bordadoras a lo largo del proceso son conmovedores”. En un texto para la Revista Efímera, Balasso reflexionó sobre esta particular forma de protesta: “Quisiera pensar que con nuestra acción estamos manifestando una cita atribuida a Platón: «El demiurgo único encarga a los demiurgos secundarios ligar por medio de un tejido simbólico lo inmortal a lo que es mortal». Cuando dedicamos nuestras manos a la labor nos convertimos en creadores: recuperamos la capacidad de hacer”.

El tapiz Rubedo es una creación colectiva para preservar la memoria de los fallecidos durante el ciclo de protestas, Elisabetta Balasso, Caracas, 2017.

Humano Derecho Radio Provea

En el año 2015 Melanio Escobar (Redes Ayuda) y Rafael Uzcátegui (Provea) discutían sobre cómo vincular el mundo de las ONG con los adolescentes que habían protagonizado las protestas en el 2014. Así nace Humano Derecho, un programa de radio que les daría voz a los activistas bajo el sonido del punk y el rock alternativo. Tras varias negativas en emisoras de señal abierta (debido a la censura gubernamental), deciden comenzar con un podcast semanal contando con el apoyo promocional del portal web Runrunes.

Luego de tres temporadas de 24 programas cada una, Redes Ayuda logra instalar un estudio de producción radial, no sólo para grabar el programa sino para ofrecerlo como infraestructura al servicio de la sociedad civil venezolana. La posibilidad de gestionar una radio por internet se hizo realidad por el contenido que grababan organizaciones como Cepaz, Laboratorio de Paz, Sin Mordaza, Red de Apoyo Canino entre otras. Se empezó a emitir en período de prueba, a través del streaming ubicado en www.humanoderecho.com. Sin embargo, el inicio del ciclo de protestas en abril de 2017 forzó al equipo no sólo a acelerar el inicio formal de las transmisiones, sino a realizar coberturas en vivo de las manifestaciones.

Actualmente, Humano Derecho Radio Estación ofrece una programación 24 horas al día, siete días de la semana, basada en programas de radio de grupos y activistas, pero también de contenido musical, haciendo énfasis en la promoción del talento venezolano. El valor de la iniciativa no es sólo poder transmitir los contenidos por internet, sin censura, sino la posibilidad de que la sociedad civil cuente con un estudio de producción de radio, de costo cero, para la grabación y edición de los audios de sus campañas sociales.

Además de la radio, Humano Derecho realiza una publicación impresa, un fanzine de distribución gratuita, donde amplifican la fórmula música + activismo e imprimen la parrilla de su programación. También han creado el sello Humano Derecho Records, donde vienen editando producciones musicales de artistas nacionales como el disco Rock contra la dictadura, el cual se distribuye como parte de la iniciativa Música por Medicinas, a cambio de un fármaco vigente.

Parte del equipo de Humano Derecho, Redes Ayuda, Caracas, 2017.

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